Un 85% de monólogo, con Sacra Leal desmenuzando la historia más cercana de una España militar y borbona, en el papel de Isabel II y un 15% a partes iguales en diferentes papeles (cardenal, jefe de gobierno, madre, primo) por parte de Alberto Rodríguez y Damián Varea. Muchos personajes en diapositiva, ilustrando la historia de Isabel, y momentos cómicos por su contradicción en las perspectivas de esta Reina obligada al simulacro de gobernar, y sus propios sentimientos y vivencias.
Sacra dio todo de sí en escena, reservando una personalidad propia para ser expulsada en los momentos convenientes; su memoria se expuso sin titubeos y los enlaces entre etapas de la vida de su personaje, no se vieron interrumpidos, ni por fallos técnicos ni por sus compañeros de reparto, quienes estuvieron a la altura exigida.
Gran trabajo también del director, Antonio Santos, al enfrentar con éxito un trabajo tan individual con la protagonista, verdadero eje de la obra.
Un público entregado (aunque no faltó lapsos de aburrimiento por quienes esperaban un montaje cómico, una confusión originada en su mayor mayor parte por el mismo título de la obra), triunfó Carasses, triunfó Sacra Leal y sus acompañantes en escena y triunfó el público, que salió sabiendo bastante de la historia amorosa de Isabel II, una historia de "enchufismos" sexuales al más alto nivel. Como al final dice la protagonista: si ha sido manejada y utilizada, qué más da si ella se ha aprovechado en su vida de todas las prebendas, así que, reflexiona, "Que me quiten lo bailao".
Muchas gracias, Mao.
ResponderEliminarEl trabajo en equipo, cuando se hace cariño, siempre se ve recompensado.
Un abrazo.