miércoles, 26 de agosto de 2009

Crónica de verano con erotismo incluido

Abro la puerta de la habitación dejando resbalar la bolsa de viaje desde el hombro, despacio, con la dejadez que permite el cansancio. ¡Qué calor!.
Me asalta el olor atrayente, a hostal pequeño, cuando la llave de la habitación 022 pasa rozando mi nariz, mientras con la mano limpio el sudor que resbala por mi frente. ¡Qué calor!.
Me dejo caer en la cama, "¡qué cómoda! me digo, para un lugar tan falto de personalidad". Me relajo para concentrar el pensamiento. ¿Qué hago aquí, tan lejos de casa?. La sensación es buena, agradable. Cada vez siento más cerca la respuesta certera de por qué me he desplazado hasta aquí.
Tranquilidad a pesar de la expectación. Esto promete.
Mientras, la agradable sensación aumenta gradualmente segundo a segundo, tan lentamente que se traduce en sonrisa apacible y una sensación interior que se dirige, poco a poco, a ubicarse en el lugar que le corresponde, hacia el centro de mi cuerpo.
A partir de ese momento, sólo me concentro en este punto, sintiendo cómo el calor comienza a pesar. Cada vez más y más. Hasta que mi cuerpo se abre con una explosión de intenso placer que espera llenarse.
Llaman a la puerta, tres golpes suaves. Y llega el momento, lo sé, lo siento. Ardo en deseo de ver y así lo contemplo, mirando hacia lo alto su cabello largo, negro, la belleza de rasgos, al tiempo que con voz profunda me susurra: "qué ganas tenía de tí".
¿Describir la pasión?. Es llenarse toda del flujo de deseo compartido, saciando la sed y el fuego interior con la espera desesperada del suspiro, que pondrá punto final al ascenso de las entrañas. No quiero que llegue ese momento, deseo sentir siempre el ascenso de sensaciones sin fin. Eternamente el gozo. Me niego a consumir el deseo.
Cuerpo a cuerpo, zona a zona, disfruto de cada recodo, de cada hueco, de cada contacto. Reconociendo, aspirando, sorbiendo.
El sueño se cumple, no llego al final y me quedo toda abierta disfrutando de la sensación de completa agonía de los sentidos. Sueño de verano que queda impreso de vivencia personal orgásmica sin física real, pero no por ello menos placentera.
Verano 2009 (al amor juvenil que se muestra vivo cuando así conviene)

domingo, 23 de agosto de 2009

Vacaciones de verano, para tí

Es obligado hablar de vacaciones en julio, agosto o septiembre; pero sobre todo en agosto, el mes de vacaciones por excelencia para los españoles, gallegos, catalanes y vascos. Obviando los trabajadores temporales, que en estos meses trabajan facilitando las vacaciones y el ocio a todos los desocupados laborales vacacionistas, el resto disfruta como puede de un tiempo en días que le permite desconectar de todo lo que es su vida cotidiana durante meses y meses.
Pero ya está bien de justificar, y paso a explicar con alegría mi estancia de 10 días en casa de mi hermana, a la que tanto quiero, y cerca de otra hermana (a la que no quiero menos), sobrinos/as y cuñaaaaooos.
Sólo poder ver, palpar y oler todo el ambiente que envuelve a tus seres queridos, reconforta de la lejanía de vivencias. Comprobar cómo nos hacemos mayores, viejos, nos permite el estímulo de aprehender las vivencias del sentido y los sentimientos de quienes te conocen y te quieren sólo por ser tú, tú mismo/a.
Después, la partida, la lejanía otra vez de todos. Pero con nuevos recuerdos y saberes familiares de esos a los que quieres, y con la certeza de que su recuerdo de los días contigo, queda plasmado en fotos y vivencias cotidianas que te hacen seguir existiendo para ellos.