domingo, 21 de noviembre de 2010

Lo casual de "la causa"

La causa saharaui no es más que eso, un hecho casual que, como toda causa, queda pendiente del infinito. No creáis que creo en ello, ni tan siquiera me gusta que se le llame "causa" a una injusticia de la Historia para con un país y un pueblo en vía de extinción. Estoy convencida de que cuando se le comenzó a llamar "causa" a la lucha de los saharauis tras una "Marcha Verde" vergonzosa, patrocinada y con nombre propio, se estaba haciendo un pronóstico para mantener políticamente hablando por todos los sucesivos gobiernos esta situación de extinción. Y llegó hasta a sonarnos bien: "la causa saharaui".
No sé cómo se puede cambiar este estado de cosas, excepto si a nivel del pueblo comenzamos a hablar de "lucha", de "Estado", de "acción", etc. Tal vez así los políticos evolucionen y pongan en su justa medida lo que es un derecho. O a lo mejor logramos que les suene mejor que "la causa" y así cambien su política. Lo dudo, sé que es prácticamente imposible que los políticos escuchen al pueblo antes que a sus asesores de marketing o a sus colegas de Estado, pero por lo menos hacemos algo, nos movemos y mantenemos la esperanza, base de una utopía imprescindible para vivir, y así acompañar a unos seres humanos en lucha por su tierra, sus propias fronteras y su gobierno emanado de su pueblo. Soy consciente que es una simple reflexión, pero ya lo he hablado y a mis amigos saharauis les gusta. Un abrazo a todos.

miércoles, 23 de junio de 2010

Rebelión de los principios clásicos

Las redes sociales prestan un gran servicio al intercambio de información. Aprender sin parar es energético, y si además te ayuda a analizar tantos temas que uno en su soledad no puede desentrañar, es ya un gozo.
Un ejemplo de lo expuesto es cómo en mi soledad con el ordenador, conecto con redes que emiten tanta información resumida, que me ayudan a clasificar en poco tiempo qué información amplio o cuál merece mi atención.
No quiero alargarme más, pero creo que la entradilla explica por qué considero este escrito que a continuación incluyo, como una información que he de conservar cual libro al que releer, además de recomendarlo para, confío, iniciar el aprendizaje del futuro lenguaje de la comunicación.

Entre los entresijos de la "PERCEPCIÓN PÚBLICA"

Todo el mundo conoce aquello de que “la esencia de la comunicación estriba en tres elementos básicos: ‘el emisor’, ‘el receptor’ y ‘el medio’”.

Pues bien, aunque este clásico principio sigue siendo teóricamente correcto, en los tiempos que corren es indispensable que quienes nos dedicamos a la comunicación, y en particular al marketing político, nos detengamos un momento a comprender esa enigmática cuestión llamada “percepción pública”.

A partir del viejo esquema -aquel compuesto por emisor, receptor y medio-, hoy es menester tomar en cuenta que ‘los emisores’ de mensajes se cuentan por millones; que ‘los medios’ se han sofisticado de manera increíble, amén de haberse multiplicado de forma exponencial, y que, como consecuencia de lo anterior, los bombardeados ‘receptores’ nos hemos vuelto mucho más complejos y exigentes.

Basado en mi propia experiencia (más que en información teórica), si quisiera representar físicamente la percepción pública, la equipararía al agua que llega al final de un tubo repleto de fugas, dobleces y requiebres, después de verter por el otro extremo del mismo, varios litros de agua. Puedo asegurar que únicamente llegarían unas cuantas gotas de líquido al final del tubo… Algo parecido pasa con la percepción que el público tiene sobre un personaje o un hecho determinado.

En otras palabras: una cosa es la realidad, y otra muy diferente, la percepción.

A continuación me permito enlistar, sin ningún orden en particular, algunos aprendizajes empíricos sobre percepción pública, que he ido recogiendo a lo largo de mi camino como funcionario público (siempre en el área de comunicación e imagen), y como consultor en marketing político. Son enseñanzas que atienden más a la observación y al sentido común, que a algún tratado científico o académico.

1. La verdad no es la realidad. La realidad es la percepción.
Esta frase encierra lo que, a mi parecer, podría considerarse ‘el alma’ del fenómeno de la percepción pública que, como se puede entender, la mayoría de las veces muy poco tiene que ver con la realidad.

2. Mata una vez un perro… y serás ‘un mata-perros’.
Esta vieja frase que aprendí de mis abuelos es una auténtica perla de sabiduría en términos perceptuales. De alguna manera, en sentido positivo, está aquel otro refrán que dice: “cría fama y échate a dormir”.


3. Ser “congruente”, en términos de percepción pública.
Normalmente se dice que una persona es “congruente”, cuando es de una forma, y actúa en concordancia con su forma de ser. Es decir, cuando existe correspondencia entre lo que se es, y lo que se hace.

En el ámbito de la percepción pública, sin embargo, no es suficiente con estos dos parámetros. Habría que agregar el “parecer”. De esta forma se tendría que ‘ser’, ‘hacer’ y también ‘parecer’, para ser verdaderamente congruente, en términos perceptuales.

4. Si no parece… ¡no es!
Esta podría ser la injusta pero infalible conclusión del párrafo anterior. Desde el punto de vista perceptual, no basta con ‘ser’ y ‘hacer’ para resultar congruente… Es necesario desarrollar esfuerzos por ‘parecer’ lo que sea que se pretenda, ante la población.

5. Hacer algo y no comunicarlo, es como no haberlo hecho.
Este enunciado es terrible, pero es real. Hacer algo y no comunicarlo adecuada y estratégicamente, en términos de percepción pública es casi como no haberlo hecho.

Pero lo más preocupante es que este principio, visto al revés, es un perverso instrumento, muy poderoso y convincente. Es decir: no hacer algo y comunicarlo adecuada y estratégicamente, es casi como sí haberlo hecho, desde un punto de vista perceptual.

6. No hay que desvelar todo. Debemos permitir que la gente concluya.
La gente no es tonta. Por algo se dice que “vox populi, vox dei” (la voz del pueblo es la voz de Dios).

La comunicación más efectiva es aquella en la que las personas llegan a sus propias conclusiones en torno a un personaje o a un tema.

7. No hay que decir muchas cosas. Es mejor decir pocas cosas, muchas veces.
En el saturado mundo en que vivimos, plagado de mensajes de todo tipo, las personas somos literalmente bombardeadas a diario con miles y miles de impactos comunicativos.

Si queremos que nuestro mensaje no se pierda en ese océano, debemos mantenerlo corto y simple. Recordemos que, en términos de percepción pública, “menos es más”.

8. Entre más cercano al receptor, mejor.
Siempre es mejor un mensaje cercano al interés del receptor, que una idea genérica. Lo particular es mucho más convincente que lo general.

Lo ideal es expresarse en términos que las personas puedan comprender, porque se identifican perfectamente con lo que se dice.

9. Simplicidad y claridad.
A veces se utilizan terminologías tan complejas y elevadas, que pareciera que los emisores no quisieran ser entendidos por el receptor.

Es indispensable mantener los textos simples y claros. Utilizar palabras comunes y sencillas. Esto garantizará ser comprendidos por una mayor cantidad de personas.


10. Hay que emplear el sentido común... El menos común de los sentidos.
En la medida en que el sentido común sea el sustento de nuestra comunicación, más probabilidades tendremos de impactar y ser comprendidos por un mayor número de personas.

11. La emoción sobre la razón.
A fin de cuentas, las decisiones se toman en función de impulsos emocionales y no racionales. Esto es verdad para la enorme mayoría de las personas.

La comunicación efectiva está dirigida a la emoción, más que a la razón.

Lo más importante es tener claro que comunicar no es hablar… ¡Comunicar es hacerse entender!


Alberto Castillo
Director Ejecutivo
Ostos & Sola México

domingo, 30 de mayo de 2010

Letra a letra, repetir sin rubor

Escribir cansa
Letra a letra; palabra tras palabra; frases y frases. Y todo para escribir noticias donde repites hasta la saciedad eso de "manifiesta", "confirma", "critica", "informa", "destaca", "incide", ..., etc. Las noticias son así, tan solo hay que poner el "ha manifestado", "ha criticado", ...., etc., cuando se escribe para la radio y TV y el pasado para el periódico o la revista. Y así día tras día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año. (sí, lo estoy haciendo largo a posta).
Escribir para los medios de comunicación locales o comarcales es insufrible. Desde fuera se tiene la imagen de periodistas cultos, con contactos al más alto nivel municipal, que conoce absolutamente todo, (pero todo todo), de la ciudad (y si resulta que es una Villa da igual, se dice ciudad que así se ganan muchos adeptos con orgullo patrio), de sus gentes, de sus calles, de sus nombres y apellidos. Si eso no es así, malo. No se da la talla y en ese mundo de noticias y marujeos ya estás acabado. ¿os imagináis saberlo todo?
A eso lo llaman EXPERIENCIA. Bien. Queda tiempo para rectificar y empezar a leer y documentarte, dar el coñazo al compañero que te ha tocado al lado para preguntar por nombres y apellidos de los que comparecen ante los micros muy puestos de autosuficiencia. Y la experiencia se adquiere muy pronto. Los clichés para las noticias son tan iguales y repetidos, que a los tres meses, cuando finalice las prácticas, ya se es un profesional de altura (el resto lo pone después cada uno).
Y todo ello cobrando 4 perras chicas (como dicen en mi pueblo).
Lo que empezó siento un lamento de explotación laboral sin derecho a paga (me ha pillado el apagón en una TV pobre, qué se le va a hacer), finaliza con el modesto análisis de los jóvenes cuando toman contacto con esa similar (a la mía, por lo del dinero) explotación laboral.
Da igual, sólo quería entrenar mis neuronas, que últimamente están bastante cansadas de tanta noticia local (y niegan que están en campaña, los muy mentirosos) y tanto repetir palabras absurdas de nexo hortera; esto me afecta y me resulta muy difícil ponerme a escribir. Es como si últimamente estuviera en una dimensión analógica que lucha y hace cosas guapas entre tanta política de patio de vecinos. Necesito debatir si he de aceptar que la generación becaria se hará cargo de todo con empuje y realismo, o por el contrario sólo se esclaviza a los jóvenes en perjuicio de todos los profesionales que están quedándose en la calle simplemente por tener el pelo cano y no llevar tacones que te eleven hasta la tarima del alcalde de turno. (una reflexión: los tacones son muy molestos cuando se trabaja en la calle, a pié de obra)
Quería escribir y lo he conseguido, aunque no me gusta demasiado el texto que he creado. Faltan explicaciones, profundidad y hasta una textura más sencilla, pero así me ha salido. Abrazos de energía, los necesito.

miércoles, 17 de marzo de 2010

La Creatividad

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viernes, 5 de febrero de 2010

Segando a tajo

Si no te agachas te dejan sin cabeza, pero si te agachas te humillan los mismos que portan la guadaña. ¿Cómo quieres vivir? Es cuestión de elección, un zombi sin razón y dirigido, o un saco doblado que transportan a su conveniencia.
No, no me estoy poniendo gris, aún no me han alcanzado los hombres con gabardina gris y maletines que imponen su ley y su sistema. Aún no, pero no dejan margen. Son fuertes y poderosos. Tienen armas que el buen sentir no te deja ni imaginar. Y te siegan la vida.
No hablo de poderes "fácticos" como en el cuento de Caperucita. Hablo de poderes reales, con rostro y fortuna. Pasión de poder y hambre desmedida por ejercerlo.
Tampoco somos borregos (nosotros, me refiero), somos más espigas cimbreantes expuestas a los elementos.
Y la guadaña del sistema corta fina y segura, pero peor quebrarte de humillación porque no tengas más que ofrecer que tu vivir.

(palabra de un parado más de los 4 millones, angustiado por no tener para comprar el pan de su hija y con depresión porque a sus 55 años el futuro, dice, ya no existe. Y está convencido)

sábado, 9 de enero de 2010

Recapitulando

Voy a recapitular. Era una pequeñaja de nada cuando una ventolera en "las cuatro esquinas" me elevó y lanzó en un ¡zas! al charco. Abrigo, cartera, zapatos, todo, todo, todo lleno de barro y una vergüenza que me destapó completamente. ¿8, 9 años?, no sé, excepto que era un saco de huesos.
El aceite de ricino, el hígado de bacalao o las inyecciones que dolían un montón, dieron paso con los años a las ampollas de hierro. "Saco de huesos que te lleva el aire", me decía a mí misma mientras tragaba el hierro asqueroso para ponerme fuerte. Día tras día, año tras año. Qué horror sentí por mí misma.
Pero llegó un tiempo de hormonas revueltas, sofocos ahogantes y reglas de dolor insoportable. Un día me sentí hinchada, al siguiete más y a los cuatro meses me dije: "joer, éste no tu cuerpo". Diagnóstico de menopausia.
Y mientras engordo de forma rara con sofocos y alteraciones que ni me paraba a pensar porque el insomnio me podía, me controlo con analítica y me dicen: no más hierro, tus hematíes están a la altura que corresponde.
¡Qué feliz me encontré!
Sigo estando bien con mi cuerpo de albóndiga sana, y de vez en cuando miro la caja de ampollas de hierro que tengo de recuerdo encima de la nevera y mi sonrisa se hace malévola mientras escupo eso de "ahí te quedas y que sea para siempre".
Hoy hace frío, y aire, mucho aire. Pero yo sé que no me elevará y no volveré a sentir la impotencia y la frustración de los elementos. Así que concluyo la recapitulación dándome un fuerte abrazo por lo que soy habiendo superado lo que he sido.