Ayer me puse mal del estómago, aunque fue después de varias horas que no me di cuenta de que se puede estar peor. Tuve que trabajar y me pasó un caso que me hizo reflexionar hasta el punto de moverme a escribir de políticos, cosa que hago las menos veces posibles porque me gusta cuidarme el estómago.
No viene al caso entrar en explicacones del por qué, de repente, me vi junto a una chica que rondaría los 30 años a la que acompañaba su marido. Ocurrió que nos encontramos solas en un lapsus de tiempo de unos 5 minutos, silencio que se rompió hablando en general de la crisis: que si con los 420 euros no daba ni para comer, que en nuestra ciudad había aumentado de forma insostenible el paro, que si no teníamos ni para comprar pan, etc., etc.
Pero la frase que puso punto final a esta conversación rápida y ocasional fue terminante: "bueno, no impota, esto cambiará en las próximas elecciones". A partir de ahí, silencio absoluto durante unos minutos. No me sentí mal porque mi cabeza estaba en marcha, pero sé que para la muchacha fue un silencio perturbador y del que se vió alivida cuando llegó la gente. Ya no hablamos más.
¿Que qué era lo que rondaba por mi cabeza?. Muchas cosas, temas, preguntas y sugerencias. Como por ejemplo que si de vedad creía aún en que habría políticos que nos sacaría de la ruina a la que el paro nos había abocado, o como es mi caso, los ayuntamientos que no pagan. Que recuperarse de un golpe económico de este tipo sería una lucha personal y familiar de años, que habría cantidad de personas que no se recuperarían si no cambiaba de verdad la conciencia solidaria y la forma de vivir consumista de estos años atrás, y muchas cosas que tienen que ver con el esfuerzo pesonal, la esclavitud y la edad adulta, muy adulta.
Pero sobre todo de lo primero; que se pudiera confiar en los políticos y la política del actual sistema. No obstante preferí callar. Que mi silencio fuera un acto de rebeldía ante una solución como la que mi contertulia exponía, es decir, que un partido político, sobre todo si es de derechas, nos iba a solucionar la vida. Porque eso, ¡ni de coña me salva a mí!. Qué revoltijo de estómago que se me puso.
Pues nada, Mao, a tirar del Bicarbonato.
ResponderEliminarYa sabes, Bicarbonato y silencio...
Un besito enorme.
A sus órdenes,capitán. Me callo y punto
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